La primera noticia es que me mudo a Vallecas; la segunda, que abandono el mercado del alquiler. La tercera: que tras varios años escribiendo solo de forma profesional en internet (el trabajo por el que me pagan), he decidido abrir este blog / newsletter para hacer algo que también me gusta mucho, como es contar mi vida.
Lo haré desde el otro lado del puente.
Para los no familiarizados con la geografía madrileña, el puente de Vallecas no es un puente, sino una autopista elevada —la M30— que separa los distritos de Retiro y Puente de Vallecas. En el pasado hubo un puente porque había que cruzar un arroyo, el del Abroñigal, que discurría por donde hoy va la carretera. No debía de ser un gran puente: una crónica de 1789 lo describió como “de lo más ruin que se puede ver”. Aguantó hasta principios del siglo XX. E irónicamente dio nombre a la zona, que en 1950 se anexionó a Madrid. Hasta entonces formaba parte del pueblo independiente de Villa de Vallecas, un poco más al sur.
Cruzo el puente porque paso de Retiro a Puente de Vallecas. Entre mi antigua casa y la nueva no hay más de diez minutos andando, pero los precios de la vivienda hacen que parezcan dos mundos distintos. De algún modo, lo son: Retiro es uno de los distritos más ricos de Madrid y Puente de Vallecas, uno de los más pobres. Del puente (que no es puente) se dice que es una gran frontera urbana, la causa de que a un lado la gente tenga mucho dinero y al otro no. Yo no tengo tan claro que eso sea así: las diferencias ya existían cuando lo que había era un arroyo y no doce carriles para coches.
El precio en Adelfas, el barrio administrativo que dejo, es de 4.512 euros por metro cuadrado; en Numancia, al que voy, de 2.608 euros por metro cuadrado, casi, casi la mitad. Hablamos, literalmente, de cruzar dos pasos de cebra. Pero estas son las fantasías que suceden en Madrid. Una promoción al lado “bueno” puede hacerse llamar “Puerta del Retiro” aunque esté a quince minutos cuesta arriba del parque y más cerca del humo de la autopista que de ninguna puerta; una promoción al lado “malo” tendrá aún que cargar con las connotaciones negativas de Vallecas y con la barrera psicológica que existe con todo lo que queda fuera de la M30. Esto, claro, está cambiando: las inmobiliarias de Retiro ya comercializan pisos al otro lado del puente y las promotoras de Puente le meten piscinas a los áticos con la expectativa de que algún día tiren el paso elevado y puedan colocar los pisos a precio de Retiro.
Llevo cuatro años en la zona y me la sé de memoria.
Comprar un piso ha sido estresante. Tardé poco: apenas una semana desde que empecé a mirar. Pero había que estar encima de las alertas de Idealista, porque todo lo que salía en su precio tardaba aproximadamente dos horas en desaparecer. Vi cinco viviendas, una con puerta metálica (“antiokupas”) y otra frente a lo que me pareció un narcopiso. También vi un ático precioso que necesitaba 50.000 euros de reforma. Al final visité un piso que cumplía toda mi lista de deseos (incluso más) y se me alinearon los planetas: la vendedora era una señora que se enterneció cuando llamé a mis padres para pedirles consejo y decidió que el piso era para mí y no para las tres personas interesadas antes que yo (“me has recordado a mi hijo, muy independientes pero al final nos llamáis para consultar las decisiones importantes”). Pues qué agradecida estoy, de que me lo haya vendido y de que haya preferido eso a sacarlo por 900 euros en alquiler.
De cómo se pide una hipoteca también puedo contar cosas, quizá en otro momento para quien le pueda servir. Mi principal conclusión es que cada euro ahorrado cuenta y que, a la mínima, el excel se te puede descuadrar. De hecho, eso es lo que más tensión me ha causado hasta hacer El Gran Desembolso (la entrada, los impuestos y los gastos, todos mis ahorros fundidos en un día): que cualquier imprevisto me impidiera afrontarlo.
Vallecas tiene identidad propia, como muchos distritos de Madrid… pero más. Ayuda el hecho de que fuera independiente (como también lo fueron Vicálvaro, Villaverde, Hortaleza o Carabanchel) y de tener un equipo de fútbol en primera. No soy la primera, ni mucho menos, que se fascina por su historia: hay decenas de libros publicados de gente que, como yo, se ha obsesionado. Las lecturas que más me interesan son las de gente obsesionada.
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PS: El mapa seguramente sea posterior al 1900, tirando hacia los años 40. En el 1900 apenas había construcción más allá del Paseo de la Ronda (actual Doctor Esquerdo)
Ya no vivo en Madrid, pero llevo Vallecas conmigo allá donde voy 💕
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