Últimamente paso mucho tiempo en la Plaza Vieja de Vallecas, que me gusta porque es peatonal, tiene bancos, arbolitos, un parque lleno de niños y varias terrazas grandes (sin ser aún un terrazódromo). Y es cuadrada, como una plaza mayor.
He llevado a mi familia, a mis amigas a celebrar mi cumpleaños, me he liado a vinos un domingo por la tarde, he desayunado al sol, tomado agua con gas de resaca e incluso he recibido la llamada de viejos amigos diciendo: “¡estamos de cervezas en la plaza!”.
Hace diez o más años esas llamadas se recibían desde Tribunal. Luego empezaron a recibirse desde La Latina y Lavapiés. Hoy apenas queda gente real por allí. Si alguien intenta caricaturizarte usando el adjetivo “malasañero” compadécete de él, porque ese alguien está fuera y vive en 2010.
Ahora la gente —la gente que no es rica y la gente que no se ha ido al PAU— vive al sur de la M-30, al este como mucho. Cuando empecé a buscar un piso para comprar me recomendaron mirar Ventas, Pueblo Nuevo y Carabanchel, pero sentí que ahí no se me había perdido nada y me centré en Puente de Vallecas. Claro: Puerta del Ángel, el primer barrio extramuros que empezó a molar es ya imposible.
Miro el mapa de Idealista de esa zona y solo hay un piso por debajo de 300.000 euros. Para que os hagáis una idea, por si no sois muy de usar el simulador de hipotecas, hacen falta 74.400 euros limpios (entre entrada, gastos e impuestos) para acceder a ese de 248.000 que se ve al lado del mercado de Tirso de Molina, otro de los nuevos centros del universo madrileño y desde donde se reciben llamadas para beber.
Ahora uno coge la línea 6 o el Bicimad por el río y va de Vallecas a Usera, a Puerta del Ángel o a algún lugar de Carabanchel. El centro es para millonarios y guiris. A esta reconfiguración del espacio la ha llamado mi amigo Guillermo la Unidad Espiritual del Sur (U.E.S), porque además de eso es un sentimiento: el de que Madrid sigue molando aunque hayamos perdido algunas de nuestras calles (y al que no le guste, que coja la A-1 y se largue).
Por eso cuando Héctor G. Barnés dice que
somos aquellos que no dejamos de hablar del barrio, de la ciudad y de la identidad local, los que estamos haciendo el trabajo sucio y acelerando su conversión en marca (…) Cuanto más hablas de tu barrio, más cerca estás de perderlo.
primero pienso
y después que qué narices, que a ver si después de más de una década de experiencia colectiva en dinámicas de especulación inmobiliaria no vamos a poder vincularnos a nuestros nuevos barrios. Espiritualmente y en la práctica, estando y defendiendo. Esto lo saben bien en Puerta del Ángel.
A falta de que me llegue el sofá —y quizá de acelerar la compra de cortinas— yo ya estoy instaladísima en el sur, desde donde nos seguimos leyendo.
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No tan activa como siempre porque tengo la cabeza en doscientas otras cosas, pero permanezco en Twitter.
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Soy nueva en el barrio! Acepto cervezas en la
Plaza! 🥲
Voto por la U.E.S. 💓